domingo, 21 de noviembre de 2010

Transición



Hoy ha sido un día un tanto extraño, de sentimientos encontrados. Por un lado he sentido la alegría de que Franco está muerto, por el otro la tristeza de que el franquismo esta vivo.

El anciano sanguinario murió en la cama ungido con aceites sagrados, bendecido por el nacional-catolicismo de la época, que también sigue vivo como ha venido a decirnos a nuestra propia casa Benedicto XVI.

Como dice Pere Ysás (Disidencia y subversión) esto se convirtió en una metáfora ideológica que estableció la solidez del régimen al morir el tirano en su cama.

Sentado lo anterior, nos venderán que la democracia es el siguiente paso natural. El régimen no sabía cómo iba a sobrevivir y para curarse en salud puso a funcionar el Tribunal de Orden Público (TOP) y en los años 60 y 70, manteniendo la jurisdicción de guerra, desfilan por él más de 50.000 personas; en las comisarias de policia y los cuarteles de la Guardia Civil se tortura con saña y regodeo. Con la desaparición de la dictadura y del TOP parte de los magistrados del mismo pasaron a serlo del Tribunal Supremo.

La transición, ese género modélico para el resto del mundo, se encargó de todos habíamos sido igual de respetables en la dictadura y la única solución era no mirar hacia atrás. El viejo régimen con el descaro y la desvergüenza a él inherentes consiguió la claudicación de la izquierda timorata (PCE) que entonces tenía movilizada a una buena parte de la sociedad, y los que habíamos sufrido la dictadura fascista, hoy seguimos sufriendo esta pseudodemocracia en donde si osas mirar hacia atrás puedes acabar malamente, por ejemplo como el juez Garzón.

Franco murió, afortunadamente. El franquismo no, desgraciadamente.

Lo peor es que el próximo año seguirá repitiéndose la historia.

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